viernes, setiembre 02, 2005

10.
Sé que en un año me voy a reír de esto, piensa Mario mientras camina por el departamento. Descarta la idea de comer algo y prepara un café con leche, pero en seguida siente un ardor en el estómago y decide dejarlo. De pronto el chihuahua de su hermano camina por la habitación con sus cuatro patas apenas rozando la alfombra. Mario se acerca. El chihuahua lo mira apuntándolo con un par de ojos saltones, ennegrecidos por legañas. Sé que va a ser muy complicado, piensa. Las cosas siempre son así.
Cambia de pensamiento: ponerle la correa al perro, buscar sobretodo, sacar pipa y moño. Estirar la espalda formando una u invertida. Algunos músculos, cubiertos de carne, se tensan. Sacar a pasear al perro. Lo hace arrastrando los pies mientras camina dando pasos largos, perdiéndose por las calles de Surco que todavía no conoce. Muy pronto ha encontrado la carretera Panamericana, que atraviesa la ciudad en dos, y camina en dirección opuesta a su casa, entra en un pasaje y descubre el César Vallejo. No sabe cómo ha llegado hasta allí, y reconoce el parque, que es grande y está lleno de gente y hay un montón de enfermeras con ancianos en sillas de ruedas, empleadas del hogar bien uniformadas con niños de la mano, hay de todas las edades. Unos van en carritos con pedales, o triciclos, y otros más grandes van en bicicleta. Y luego hay un hombre en terno, o parejitas que van de la mano, mamás jóvenes que salen a pasear con sus hijos. Una vez que Mario entra al parque se siente ridículo, no se ha bañado por lo que lleva el pelo pegado en la cabeza.
- ¿Sabes cómo llegar a Caminos del Inca? -La chica a la que Mario le pregunta es rubia, tiene el pelo amarrado en una media cola y necesita acercarse a él y sacarse los audífonos para poderlo escuchar.- Caminos del Inca, ¿sabes dónde está Caminos del Inca?
La chica está sentada cerca a la fuente donde hay una estatua de César Vallejo de metal. Parece divertida con la pregunta de Mario. Lleva un polo blanco y un buzo gris. Es uno de ésos buzos que se pegan al cuerpo, por lo que Mario se distrae un tanto.
- Estás un poco lejos. -En seguida la chica se reincorpora- Tienes que caminar en esa dirección -señala un par de árboles y una calle.
Mario asiente y en seguida continúa con su camino. La chica se vuelve a poner sus audífonos y continúa leyendo una especie de revista. Mario piensa cosas como: sé que en un año me voy a reír de todo esto. Me voy a reír de ti, de mi familia. De este jodido perro chihuahueño.
Camina en dirección a su casa. Se aleja del parque César Vallejo y sus niños. Retoma una calle que no visitaba hace tiempo, donde hay un par de bodegas y un edificio grande parecido a una residencial. Cruza miradas con un par de chicas de 15 ó 16 años. Las chicas sonríen. Mario piensa que dentro de todo, olvidar a una mujer es fácil. Es muy fácil. Pronto voy a olvidarte, piensa, no porque quiera hacerlo. Sino que esta vida está hecha para vivir y correr. Y por más que uno quiera quedarse con alguien, el amor se convierte en algo terrible. Cuando tienes a la persona que amas, el amor se estanca. Cuando pierdes a esa persona, o te abandona, todo se contamina y tiendes a idealizar. Pero todo en esta vida pasa, todo muere. Por eso voy a olvidarte. Porque es la regla, y nada más. No lo he inventado yo...